Como la ansiedad, el estrés también se puede manifestar en tres niveles: el cognitivo, que abarca todos los pensamientos; el fisiológico, que alude a las sensaciones físicas del cuerpo y el motor, nuestra conducta. Lo más llamativo, quizá de la ansiedad y el estrés es su influencia sobre el cuerpo causando daños físicos y no quedándose en un malestar psicológico.
Es habitual que vivir estresado afecte incluso a nuestro sistema inmune y nos ocasiones problemas de salud como dolores de cabeza, alopecia, problemas de estómago, etc.
El estrés se diferencia de la ansiedad fundamentalmente en la sensación de tensión que hace que la persona valore que no tiene recursos para afrontar la situación en la que se encuentra. Por supuesto nuestro objetivo no es acabar con el estrés, ya que nos permite adaptarnos y responder a las demandas del medio, sino aprender estrategias nuevas más adaptativas para que las situaciones desagradables a las que nos tenemos que enfrentar no nos roben toda nuestra energía.
Abordar en terapia el estrés es un proceso muy reconfortante en el que se produce un cambio personal al tratar nuestros pensamientos, nuestras sensaciones y nuestras emociones.