El ser humano es un ser fundamentalmente social. Puede que nos guste la independencia, la autonomía o cuidar nuestros momentos de soledad, pero es un hecho que disfrutamos de las relaciones con los demás y dado el ritmo de vida que llevamos, el intercambio social es imprescindible, ya sea en el trabajo, yendo de compras, con los vecinos o conduciendo. La mayoría de nosotros no nos planteamos nuestro funcionamiento en sociedad hasta que surge algún conflicto y en cambio utilizamos estas habilidades diariamente. Algunas son la comunicación, la asertividad, saber dar las gracias, preguntar, saber pedir ayuda, disculparse.
Tienen diversas funciones como expresar afectos, ser una alternativa a la agresión, actuar contra el estrés o realizar planes. Dominarlas nos ayuda a mejorar la confianza en nosotros mismos, nuestra autoestima y nuestra sensación de autocontrol. Aprenderlas es cuestión de entrenamiento y se puede hacer tanto de forma individual como en grupo.